El poder del NO

Soy una cazadora. Atenta a los movimientos inusuales que se produzcan a mi alrededor, a los sonidos desconocidos. Soy una cazadora. Percibo un sonido que es capaz de aislar cualquier otro que pudiese existir en un momento concreto. Noto que el sonido se acerca a mí con rapidez, lo identifico y estoy segura de que se trata de un zumbido. No sólo soy una cazadora, soy una experta cazadora. Sé quien emite ese zumbido. De un salto me pongo en guardia, constato con la mirada que no hay señales del emisor. Busco una linterna y reviso los lugares en que sé que oculta. Nada. Nada. Bajo la guardia, y doy –hasta cierto punto- por perdida la cacería. Soy una cazadora. Me muevo con cuidado entre elementos sospechosos. Camuflado e inmóvil espera a que me distraiga, lo sé. Soy una cazadora. Sin perderlo de vista, tomo con una mano el arma que terminará con él. Con una energía que me sorprende, logro aplastar contra la pared que retumba, a ese extraño, a ese mosquito ¿El arma? mi Código del Trabajo, edición oficial 2010.