Empecé a tomar pastillas para dormir en la universidad; después de estudiar durante semanas para cada una de las dos pruebas anuales que tenía por asignatura al año, me costaba conciliar el sueño por la cantidad de café y estimulantes que tanto mis compañeros como yo debíamos tomar para resistir el ritmo de estudio, y además por el stress que significa estudiar en una facultad de derecho como la que escogí. Luego de la prueba o del examen quedaba en tan malas condiciones (estoy segura que los maratonistas se sienten fisicamente tan destruidos como yo me sentía despues de las pruebas y examenes) físicas y psicologicas que necesitaba dormir, en lo posible 18 horas, pero con la adrenalina a full se me hacía imposible, y esas pildoritas milagrosas se han convertido en mi mejor compañía para mis noches de insomnio y de dientes apretados. Me acabo de tomar una, y lo que más me gusta es notar como de a poco el cuerpo deja de responder bien, cuesta sincronizar los movimientos y pensamientos...lentamente me voy.
Si me gustaran las drogas, yo sería heroinómana, o habría sido, porque a estas alturas seguro habría muerto de sobredosis.
Por eso necesito cultivar amistad o noviazgo con médicos o bioquímicas.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Fúmate un caño!, lo mejor para el insomnio.

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